Los lockers, un gran aliado para tus viajes y otras situaciones.

Lockers
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Los lockers, locales de consignas, son un tipo de establecimientos cada vez más habitual en las ciudades. Un recurso para visitar tranquilamente un destino turístico o para realizar acciones del día a día.

He tenido temporadas de mi vida en las que he sido muy viajero. Viajaba siempre en transporte público y miraba de comprar los billetes más económicos que encontraba. Esto, a veces, me hacía perder mucho tiempo en los trasbordos. Tiempo que aprovechaba para hacer algo de turismo. En esos viajes usaba bastante las consignas. Principalmente, las de las estaciones de transporte, las de tren y las de autobuses.

Porque claro, si hacía un viaje de Barcelona a Badajoz con escala en Madrid, el autobús llega a Madrid a las 9 de la mañana y el bus a Badajoz no sale hasta las 5 de la tarde, ¿Qué haces esas 8 horas con la maleta a cuestas?

Muy sencillo, dejas el equipaje en consigna y te das una vuelta por Madrid. En uno de esos viajes visité la feria del libro en el parque del retiro.

Recuerdo que en otro de estos viajes hice escala en Alicante. Me sobraba mucho tiempo, solo llevaba una mochila encima. Paseando por el centro de la ciudad, por la zona del ayuntamiento, encontré un local de consignas de la empresa City Lockers, una empresa alicantina que tiene varios centros de consignas repartidos por la ciudad. El local estaba a pie de calle. Dejé mi mochila en una de estas consignas y me di una vuelta por el puerto, el paseo marítimo y la playa del Postiguet.

Desde luego, las consignas son un recurso bastante útil cuando estás de viaje, pero también se utilizan en otras circunstancias. Estas son algunas de ellas:

Las consignas y las viviendas turísticas.

Me consta que algunos propietarios de viviendas turísticas, tipo Airbnb, dejan las llaves y la documentación de los pisos turísticos en consignas. Las empresas de Lockers lo saben y por eso acondicionan consignas más pequeñas, del tamaño de un apartado de correos, que se abren con combinación numérica.

Gran parte de estos alquileres se efectúa por internet. El turista, ni tan siquiera llega a hablar con el propietario del piso. Reserva la vivienda en un portal online y abona el importe a través de una pasarela de pago.

He visto, en el centro de Málaga, candados con un depósito en su interior, enganchados a una verja, donde se guardaban las llaves de los pisos turísticos. La imagen es un poco cutre. Por eso, para llamar menos la atención y dar un servicio más profesional, muchos propietarios recurren a los locales de consignas.

La proliferación de los pisos turísticos está creando un gran revuelo social. Los vecinos de los cascos antiguos de las ciudades y de algunos barrios con un atractivo turístico, como la Barceloneta en Barcelona, notan como sus barrios se están desvirtuando.

A pesar de la reacción ciudadana, este fenómeno es una realidad. El periódico La Vanguardia señala como en julio del 2024 se efectuaron en Canarias 1,78 millones de pernoctaciones en viviendas de este tipo. Un 5,6% más que el mismo mes del año anterior.

Cataluña es una de las comunidades autónomas donde más ha crecido el alquiler de viviendas turísticas. En concreto, un 9,2% durante el 2024. Todo eso, teniendo en cuenta que las licencias de viviendas turísticas están bastante controladas en la región. En diciembre del 2023, la Generalitat aprobó una ley anti-pisos turísticos que limitó a 10 el número de licencias por cada 100 habitantes. Hoy, conseguir una licencia nueva de alquiler turístico en algunos barrios de Barcelona es misión imposible.

Excursiones turísticas.

El RACE (Real Automóvil Club de España) indica que el 70% de los conductores efectúan pequeñas excursiones durante sus vacaciones. Este es un comportamiento generalizado. Para la gran mayoría, nuestro destino vacacional, al final, no es más que un centro de operaciones desde el que programamos pequeños viajes a lugares cercanos.

Es lógico, si nos vamos de vacaciones a Gandía, por poner un ejemplo, no queremos perder la oportunidad para conocer una mañana la playa de Cullera, que no está muy lejos de allí e, incluso, viajar una tarde a Valencia.

En todos estos viajes, el maletero del coche termina convirtiéndose en una gran consigna donde guardamos nuestras pertenencias para movernos con tranquilidad. El conductor hace varios viajes al coche, no solo para pagar la zona azul.

Que sí para guardar la sombrilla de la playa antes de ir a comer al restaurante. Que si para dejar allí las bolsas de las compras que hemos hecho en las tiendas de souvenirs, que si para dejar o recoger la pelota del niño, etc.

El RACE señala que casi el 80% de los accidentes de tráfico que se producen en verano suceden en estos desplazamientos cortos. Son pequeñas excursiones en las que los conductores van más relajados y donde el nivel de planificación es menor.

Por eso, siempre que se pueda, es mejor hacer estas excursiones con transporte público que llevar nuestro propio coche. Muchos turistas son conscientes de ello y operan así. En estas excursiones, las consignas públicas son de gran ayuda.

El turista no tiene el maletero del coche para dejar la bolsa con las camisetas chulas que se acaba de comprar en el paseo marítimo, pero es probable que encuentre un establecimiento de consignas no muy lejos de allí, donde guardadas y moverse con comodidad el resto de la jornada.

Para el día a día.

Quizás nos resulte extraño, pero los lockers son útiles para hacernos más cómodas ciertas actividades diarias.

Mi pareja y yo vivimos en un pueblo cercano a Barcelona. Ella trabaja en la ciudad condal y viaja allí a diario. Muchos días de fin de semana vamos a la ciudad y no por razones de trabajo.

Los viajes a Barcelona son multifuncionales, por llamarlos de alguna manera. Aprovechamos esas escapadas para hacer varias cosas. Hacemos algunas compras, comemos fuera, visitamos algún lugar turístico que nos apetece, como darnos una vuelta por el barrio de Gracia, aprovechamos para quedar con algunos amigos.

Dejar los bártulos en una consigna te permite moverte con más libertad. No es broma, es así. No es cómodo circular en metro cargado con bolsas todo el día. A media mañana dejas lo que llevas en una consigna y te despreocupas de ello. Después de todo, a tu amigo Xavi, con el que has quedado a tomar café en Arc de Triunf, no le importa nada en absoluto si has pasado por una tienda de Zara. Antes de coger el transporte de vuelta, visitamos el lockers y recogemos nuestras pertenencias.

Esta manera de actuar no es exclusiva de nosotros. Tengo una amiga, Eva, que vive en un pueblo de Mallorca, Pollensa, y viaja a Palma cada vez que necesita hacer algún trámite. En estos viajes se da una vuelta por el mercado del Olivar para comprar una barra de sobrasada estupenda que venden en uno de los primeros puestos del área de charcutería y una botella de vino de Benisalem que no encuentra en su pueblo y tanto le gusta a su marido. Si le sobra tiempo, se da un garbeo por las tiendas de la calle Sindicato.

Termina dejando las cosas que ha comprado en una consigna antes de acudir a la oficina de la Agencia Tributaria donde tenía cita programada. Porque, claro, al funcionario ¿qué más le da lo que ha hecho esa mañana? Además, no es serio llegar a Hacienda con la sobrasada y el vino bajo el brazo. Parece como si fuera una parada del mercado más.

Si nos paramos a pensarlo, los lockers son bastante útiles.

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