El de los detergentes industriales y domésticos es un sector en constante evolución. A principio del presente año, los medios de comunicación mexicanos se hacían eco de la invención por parte de tres emprendedores de Jalisco de un detergente ecológico que fomenta el ahorro de agua al no requerir enjuague y que contribuye a la sostenibilidad del medio ambiente gracias a sus ingredientes biodegradables, ya que sus restos desaparecen en un plazo inferior al mes. De acuerdo con las estimaciones de los ingenieros, este producto de limpieza permite ahorrar hasta 73 litros de agua por cada lavadora grande. “Está elaborado con una mezcla de activos limpiadores cuidadosamente seleccionados y que con su formulación permiten esa gran potencia de lavado con muy poco producto y tener un pH neutro”, explicó Ulises Navarro, responsable de mercadotecnia de un detergente que, además de agua, ayuda al ahorro económico del consumidor. “Mientras que en promedio una lavadora grande requiere 120 mililitros de detergente normal y 80 de suavizante, éste solo requiere de 30 mililitros y no se usa suavizante”, especificó. Es decir, que, calculando el coste de agua, electricidad, suavizante y detergente, el consumidor puede ahorrar medio peso con cada carga de ropa mediana.
Las posibilidades que ofrece la investigación y el desarrollo en el campo de los detergentes y desengrasantes industriales puede resultar primordial para incentivar la competitividad de la empresa dentro de una economía donde los márgenes de mejora son extraordinariamente estrechos a causa del contexto financiero. Dado que la calidad de la limpieza no siempre es una cuestión que dependa del trabajador, sino del producto empleado, no es descabellado prestar atención y recursos de la empresa a hallar la fábrica detergentes industriales que mejor se ajuste a las necesidades de un negocio. La cuestión es especialmente peliaguda en el sector alimentario, donde controlar los procesos de higienización es imprescindible tanto para garantizar la debida calidad de acuerdo con las exigencias del cliente como para satisfacer los estrictos controles sanitarios efectuados desde la administración. En resumen, se trata de un factor que puede llegar a determinar el éxito o el fracaso de un negocio. Un buen detergente, pues, se convierte en una herramienta indispensable.
El detergente nace a comienzos del siglo XX en Alemana, producto de la combinación entre jabón tradicional, perborato sódico, silicato sódico y carbonato sódico. La mezcla permitía desarrollar un control más preciso de los procesos de lavado, así como el adecuado mantenimiento de la maquinaria. Dado que su activo principal del detergente procede de los derivados del petróleo, su acción es mucho más efectiva que la del jabón clásico en aguas duras o de mineralización elevada. Así, los detergentes encuentran entre sus ingredientes un buen número de sustancias y agentes químicos. En primer lugar, los agentes tensoactivos cumplen la función de facilitar la disolución del producto con el agua. Esto permite al detergente infiltrarse entre las machas, la grasa y el resto de elementos y partículas que provocan la suciedad sobre la superficie del objeto en cuestión. Los agentes tensoactivos forman parte de tres tipos de detergentes: detergentes con agentes no iónicos –caracterizados por generar una mayor cantidad de espuma, preferidos para la industria alimenticia y el ámbito doméstico-, los de detergentes con agentes catiónicos –definidos por su elevada proporción de sustancias desinfectantes- y los detergentes con agentes aniónicos –los más populares en el mantenimiento del hogar-. Por su parte, los agentes coadyuvantes actúan como complemento de los agentes tensoactivos. Fundamentalmente se trata de polifosfatos y carbonatos especiales destinados a reducir los efectos de las aguas duras, menos apropiadas para la limpieza. Asimismo, los silicatos solubles del compuesto combaten la oxidación, mientras que los perboratos sirven para bloquear las manchas existentes en la superficie.
Aparte de estos dos agentes principales, los detergentes contienen también una serie de compuestos auxiliares cuyo cometido se ajusta a necesidades específicas de limpieza, tales como perfumes, colorantes, estabilizadores de espuma, enzimas para erradicar restos orgánicos, sulfato de sodio para combatir el apelmazamiento de polvo sobre material textil, sustancias fluorescentes para evitar el amarilleamiento de la ropa o la carboximetilcelulosa para esquivar la adherencia del polvo a los materiales limpiados.
Entre los detergentes industriales, existe una gran variedad de detergentes cuyos compuestos se orientan a requisitos determinados relacionados con la actividad de la empresa, como por ejemplo la descontaminación química y radiactiva, la depuración de líquidos contaminados, el procesamiento de maquinaria y motores relacionados con la industria alimentaria, la prevención de agentes biológicos en la hostelería y los servicios públicos, etcétera.